Podría imaginarme un lugar,
un estado,
una estación,
un instante
donde lo sublime me inunde,
y no está fuera
aunque la belleza le pertenezca...
Los estadios del corazón
lo supera,
la llama contiene todo lo que hay en la naturaleza.
Al sentirla todo
el universo
se expresa.
Estelas, hilos de luz
que unen a las almas
en la tierra.
Cerrando los ojos todo se conecta.
Parecen separados
por la ira,
por la tristeza,
por el llanto y el ruido
que emerge de las mentes revueltas.
Sin embargo,
en las profundidades
pertenecemos a la misma pieza.
Gota a gota nos esparcimos
con los vientos solares,
por los confines de las más
remotas estrellas.
La soledad aparente
te aprisiona entre la niebla.
Y en los mundos sutiles
el vínculo se estrecha,
formando comunidades
de seres que se aman
sin reservas.
Huellas sutiles en tu camino
que no saben a donde te llevan,
tu alma te llama
en el silencio de las noches muertas.
No llores sin sentido
porque no hayas respuestas.
En tu ser todo está definido
todo tiene un significado profundo
que va más allá de tus creencias.
Pactamos unidos
cada vivencia,
cada grito,
cada estado
desde lo más oscuro
hasta la luz plena.
Los grandes matices
te llenan de riqueza.
Odiamos,
sufrimos,
nos vengamos,
y sentimos cada miseria,
alejados,
esparcidos,
en continua expansión,
entre tinieblas.
Y cuando tocas el profundo pozo,
resurges de tus cenizas y ves la senda,
el retorno a tu casa,
a la luz amorosa y eterna.
Entonces te das cuenta
de tu aventura,
del viaje que has realizado
y descubres la parte de ti
que es imperecedera,
Y lo que te rodea
es de la misma esencia.
Tu enemigo se convierte en amigo,
tu sombra en la luz más intensa,
el que te ha dañado en tu gran maestro,
todos estamos bajo la misma rueda,
jugando,
sintiendo,
vivenciando todas las frecuencias.