lunes, 10 de agosto de 2015

El CHAMAN.



 EL CHAMAN

Y sus lágrimas brotaron como un manantial sobre aquel abrazo de un desconocido que en esencia era un igual a ella. Se sentía perdida, y herida en su corazón, las palabras de él la habían desgarrado por dentro y un grito de dolor iba creciendo desde adentro hacia fuera, vómito oscuro de decepción, de rabia, de frustración, de pena infinita. Hay heridas que se quedan como un tajo abierto y cicatrices que nunca podrán ser cerradas. Su sanador la aferraba con fuerza y determinación, y le iba sacando poco a poco toda esa tristeza, todo ese malestar que la ahogaba hasta desfallecer, ella sólo deseaba morir, pero él la abrazaba cada vez con mayor firmeza sin dejarla caer. Entonces, el grito salió como una bandada de hienas en mitad de la sabana, un estallido oscuro y frío se expandió en el  sofocante aire como una cascada de demonios asesinos que se evaporaban bajo la luz cegadora de la sanación. El chaman a través de ese gran abrazo donde ambos corazones se unieron hizo que todo bloqueo energético se desvaneciera. Su abrazo se suavizó y la fue acunando como a una niña, y con suma dulzura y delicadeza ella se durmió entre sus brazos.




© LOLA SÁNCHEZ

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