viernes, 20 de noviembre de 2015

Ella voló...



María se lo había advertido muchas veces, tantas que se quedó muda y ahora el frío silencio era una muralla entre ellos. En su jardín las rosas se estaban secando, un abrasador sol las iba marchitando cada día más. Él se había a distanciado de ella, vivían juntos pero eran como dos desconocidos, la rutina la iba ahogando envenenándola. Había estado ciega, se había entregado demasiado a alguien que no hacía lo mismo y estaba desgastada.

"Por favor, sé más cariñoso conmigo"le había pedido ella a él, y su respuesta le quitó la venda de los ojos, "Soy así, no puedo cambiar". Y todo lo que él representaba para ella comenzó a  derrumbarse como un viejo edificio  sin inquilinos. Ella moría, moría porque él le negaba el agua, el aire, y la vida...  La magia había desaparecido. Había llorado mares y estaba seca como un desierto. Posó sus manos en su corazón y antes del amanecer lo escuchó "Vuela, vuela alto, libérate de todo" y escuchando  a su alma ella emprendió un nuevo camino, sin él. Ella Voló, libre.




© LOLA SÁNCHEZ

Encuentro en otros mundos.



“La fiesta de Dionisos se desarrollaba en el corazón de la foresta. Ella había ido temerosa, había salido de su árbol,  pues era sólo una joven ninfa del bosque, alguien sin experiencia en las celebraciones de la primavera, donde la diosa Maia brindaba fertilidad y prosperidad en copas de vinos con el dios de la embriagadez y su corte. Y Mientras Pan tocaba su pequeño flautín, los faunos, selenos y sátiros con las ménades bailaban sin cesar. Escondida tras un arbusto asomó su cabeza para ver el espectáculo, pues Maia, derramaba de sus manos semillas que luego germinaban en la tierra fresca, una explosión de abundancia emergía de las plantas, que florecían y daban frutos al ritmo de los címbalos y tambores. Sus ojos se posaron en él, era un sátiro de mediana edad, experimentado en las artes amatorias, y él le respondió devorándola con la  mirada, la llamó con aquella voz que la hipnotizó por completo. Sin saber por qué, ella acudió hasta su presencia, liviana y excitada por la curiosidad de conocerlo, por saber que era lo que bullían en las profundidades de su vientre que la atraían hacía él cómo las mariposas nocturnas por la luz. Y él tomó sus manos, y ese simple contacto hizo que su temperatura se elevara. Sin saber porque, ella confiaba en él, sin saber, y sólo con el sentir, supo que ya se conocían, porque habían coincidido en otros mundos, en otros lugares de ensueños, con otros roles y otros cuerpos.  Él la llevó a bailar, y con cada movimiento, con cada roce el fuego que en ella dormía como una simple ascua comenzó a crecer de forma vertiginosa, a unos niveles que no pudo controlar. Y él supo a través de sus llameantes pupilas que ella estaba preparada para él, lista para amarla como nadie lo había hecho jamás, pues era un maestro en hacer feliz al sexo contrario, pues la satisfacción de sus amadas era la felicidad de él. Las caricias entre las brisa del atardecer, los primeros besos que parecían pequeños trinos de pájaros, fueron creciendo, hambrientos, como rapaces que vuelan sobre el cielo divisando su presa a lo lejos. Mordiscos, chasquidos sonoros se pasión, las lenguas enredadas como hiedra trepadora. Ella sucumbió a su embrujo, y aquella tarde se convirtió en noche de pasiones desenfrenadas, de anhelos satisfechos, de  lujuria de colores de un paisaje de mayo,  que se derrama por sus cuerpos fundidos en uno sólo, unidos por el sexo voraz que los atas, y la vez, los libera de todo. Se amaron de tal forma… tan hermosa y extraordinaria, que una parte de ella quedó en él y una parte de él quedó en ella para la eternidad”. 



© LOLA SÁNCHEZ

lunes, 16 de noviembre de 2015

DE AMOR YA NO SE MUERE.



Ana, suspiraba cada vez más, y con cada aliento que salía de su boca, liberaba el dolor de aquella herida que llevaba abierta en medio del pecho. La noche pasada habían discutido, ultimamente sólo hacían eso, pelear como dos perros rabiosos y luego sucumbían a la necesidad de amarse con locura, sin medida, sin límites, con las ganas de aquellos que nunca se han amado y que sin embargo lo hacían cada noche, cada tarde.
Daniel miraba el móvil, no había mensajes de ella, había sido muy duro con Ana la noche pasada, duro y firme, todo se había terminado para él, a pesar que la amaba más cada día, a pesar que por mucho que intentara huir de todo, su ser, su alma le pertenecia.
El silencio de Ana era una puerta para sentir por un día algo de paz, una paz aparente, ya que sentía a Daniel en la distancia como si él estuviera a su lado. Recordó sus palabras, esas que la desgarraron por dentro, sobre todo cuando le dijo que de amor ya no se muere. Y ella se estaba muriendo, y no era por el amor que se procesaban que era eterno ya que compartían la misma alma, no, moría porque el miedo de uno y del otro de entregarse en su totalidad les impedía que ese amor se expresara con libertad. El terror a ser heridos los separaba, el pavor de ser abandonados, decepcionados, engañados y manipulados los estaba matando a los dos. Y apesar de esa aparente separación su misma alma se replegaba así misma para besarse, mimarse y acariciarse hasta el infinito.



 
 



© LOLA SÁNCHEZ

miércoles, 19 de agosto de 2015

BAJO LOS RAYOS DE SELENE


BAJO LOS RAYOS DE SELENE 

Aquella noche a pesar de ser de agosto, era fría como las primeras de otoño. De nuevo ella miró a la incipiente luna llena, cerró los ojos y su sombra emergió reclamándola como suya. Su alma le respondió besándolo con pasión. Sólo ellos podían comunicarse bajos los rayos de Selene. 
Cada plenilunio ella lloraba, ya que al mirar a la luna podía verlo en la distancia. Y se desnudó como siempre para él, acudió como un lobo encelo, atraído por su dulce aroma. Bajo los colores del mundo onírico, por milésima vez se amaron, como siempre y como nunca, pues cada encuentro superaba el anterior como una enorme escalada de cumbres volcánicas en erupción. En ese baño de luz plateada él podía beber de su vientre creciente, mientras ella enredaba sus manos por su fino y moreno cabello. Sediento, él bebía sus húmedos pliegues y ella explotaba en sus labios, para luego volverla a besar mezclando su propio sabor en su boca. Se fundieron como el magma a base de un vaivén imparable, sublime y lleno de energía primigenia. Fuego extremo oculto en las almas de ambos desde los tiempos más remotos, liberado ahora hasta llegar al éxtasis más profundo del universo.
Despertó, temblorosa, con un grito de culminación. Y sintió la gélida noche de finales de verano como la azotaba con crueldad, y sus lágrimas volvieron a brotar, observando a la dama blanca rodeada de un mar de estrellas. Lo extrañaba cada día más y a la vez sabía que seguían conectados, viviendo juntos en otros planos de la existencia. 



© LOLA SÁNCHEZ

lunes, 10 de agosto de 2015

MANOS


MANOS

Manos cálidas, dedos finos como líneas rectas, pequeños lazos entre arrugadas pieles, una tersa y otra anciana, en medio la piel de mediana edad. Alicia recordaba, como viejas instantáneas en su mente. Sus dedos bajo la fuerza de su madre y de su padre. La suavidad y aspereza de su abuelo entre falanges encalladas del duro trabajo del campo. Las manos de sus compañeros de clase, esas que tras cantos y palmadas volaban con juegos de fantasía. Manos de su primer amor de verano, y del que robó su corazón, ese que acaricia con manos de pasión y deseo. La calidez de los amantes bajo la luna llena, miles de manos que enlazadas forman un todo. La fuerza de las manos de su alma gemela, de su familia del alma, sanadores del corazón. Ahora ella sostenía la manita de su retoño, que se aferraba a la vida como un guerrero en evolución. Ella lo abrazaba posando sus enormes palmas en su diminuta espalda para darle sus primeras alas de libertad y de amor incondicional.





© LOLA SÁNCHEZ

El CHAMAN.



 EL CHAMAN

Y sus lágrimas brotaron como un manantial sobre aquel abrazo de un desconocido que en esencia era un igual a ella. Se sentía perdida, y herida en su corazón, las palabras de él la habían desgarrado por dentro y un grito de dolor iba creciendo desde adentro hacia fuera, vómito oscuro de decepción, de rabia, de frustración, de pena infinita. Hay heridas que se quedan como un tajo abierto y cicatrices que nunca podrán ser cerradas. Su sanador la aferraba con fuerza y determinación, y le iba sacando poco a poco toda esa tristeza, todo ese malestar que la ahogaba hasta desfallecer, ella sólo deseaba morir, pero él la abrazaba cada vez con mayor firmeza sin dejarla caer. Entonces, el grito salió como una bandada de hienas en mitad de la sabana, un estallido oscuro y frío se expandió en el  sofocante aire como una cascada de demonios asesinos que se evaporaban bajo la luz cegadora de la sanación. El chaman a través de ese gran abrazo donde ambos corazones se unieron hizo que todo bloqueo energético se desvaneciera. Su abrazo se suavizó y la fue acunando como a una niña, y con suma dulzura y delicadeza ella se durmió entre sus brazos.




© LOLA SÁNCHEZ

lunes, 13 de abril de 2015

Día 14 de Abril de 2015. HOGAR.



HOGAR

Frío es el lugar donde permaneces quieto, donde no avanzas anclado bajo piedras que te atrapan en redes de finas cuerdas. Mientras estas en ese estado parece que nada cambia, tu mente se cree que todo es lo mismo. Una ilusión mental que se evapora al observar que las cosas van más allá del intelecto. Y cuando escuchas en pleno silencio tu corazón, su visión se eleva como un águila en vuelo, y entonces te das cuenta que todo está en permanente movimiento y cambio, todo menos algo que late tras cada pulso de vida, tras las arterias coronarias, escondido en el mundo invisible el guardián de tu corazón te espera. Y cuando entre en ese lugar sagrado y único ves lo inmutable, como la verdad más grande de la existencia, pocos se atreven a cruzar ese umbral, y cuando lo hacen se activa la maquinaria de la auténtica espiritualidad. Y empiezas a ver que el mundo que te rodea es a su vez un reflejo de otros en un mismo espacio. Y pareces que estas solo, hasta que te vas encontrando a otros que vibran con tu misma música, comienzas a encontrar tu auténtica familia, esa que no es de sangre, sino de aquellos lugares invisibles a los ojos. Y las hechiceras, los magos, druidas, diosas, chamanes, y seres que creías que no existían que eran fantasías y leyendas, cobran vida, en las pupilas de esas personas que se te cruzan. Una riqueza que llegará a abrir tu templo interior de par en par. Y en ese sendero descubrirás viejos amores, espíritus afines y tu alma gemela... En un recorrido lleno de aventuras y desventuras que te harán soñar una y otra vez, hasta que un día te despiertes y el mundo que creías ficción resulta ser tu auténtico hogar. 


© LOLA SÁNCHEZ

domingo, 12 de abril de 2015

Día 13 de Abril de 2015. LA TRAVESÍA DE UN VERANO.




LA TRAVESÍA DE UN VERANO


Entre las sábanas de una mullida cama de un hotel, Luna permanecía con los ojos cerrados, su respiración entrecortada, agitada, oleadas de calor la recorrían de los pies a la cabeza, una fiebre que jamás había olvidado. Era increíble como la vida te pone en el camino lo que no terminó. La respiración de dragón de su Sol, la hacía temblar y titilar como las estrellas en el firmamento. Ahí estaba él, de nuevo, donde lo habían dejado. Como si el tiempo hubiera hecho un extraño margen, un espacio que los separó en varios años, donde la incertidumbre se sembró en muchas ocasiones en sus corazones. Habían estado separados durante ese tiempo, y había sido como estar en otro mundo, pero ambos no se pudieron olvidar. Como olvidar tener entre los brazos a alguien a quien amas con el alma y no poder entregarte, como olvidar una noche abrazado al paraíso. Ella a penas en aquella ocasión lo pudo mirar, él la devoró en aquel momento grabando en su memoria cada centímetro de su piel. Ella guardó sus ojos pardos, sus besos únicos, sus dulces caricias, su voz de ángel. Él se recreó en sus hermosos pechos, en su vientre plano y en su cálido vientre, se perdió en su iris esmeralda, y sólo durmieron entrelazados, sin amarse, el mejor sueño que habían tenido jamás... Ahora, de nuevo, estaban en la habitación de un hotel perdido en medio de un lugar desconocido. Ella lo había llamado, él jamás dejó de vigilarla como un espía en celo... Y aunque ambos habían intentado seguir sus vidas, la vida los cruzó, otra vez en el mismo sendero, sin esperarlo. Él rozó sus labios sobre los de ella, sus párpados se abrieron y ella respondió mordiéndole con ambrosía su húmeda boca. Ya no había obstáculos entre ambos, nada, ni nadie que los pudiera separar. Y todo ese deseo que se condesó y se ocultó en las profundidades del alma ahora brotaba entre jadeos, susurros, gemidos y palabras de amor.  "Te dije que te amaría para siempre" su voz ronca la arrullaba "nunca dudé de ti, a pesar de todo lo que nos hicimos, a pesar de nuestras discusiones, yo sabía que me amabas de verdad" no dejaba de acariciarle su pecho... "Perdóname por dudar de ti, ha sido tan duro amor"... Ella lo calló con un dulce y tierno beso " Siempre te perdono, y lo sabes, perdóname a mi por haberte hecho esperar tanto... por todo" el empezó a moderle el cuello y subió con su lengua  hasta su lóbulo murmurando " no puedo creerme que te tenga otra vez entre mis brazos" se giró sobre ella y Luna lo envolvió entre sus piernas, acercando su humedad a su sexo y él entró en ella como aquel que lleva un siglo en el desierto y encuentra un hermoso oasis, muerto de sed, así había estado toda su existencia sin ella, sin vida. Y ella incompleta sin encajar en realidad a nada y a nadie, ahora sólo sentía plenitud y dicha. Y todo lo que sintieron alguna vez en otros planos de la existencia, cobraba por fin un sentido más profundo, superando todo lo que alguna vez se habían imaginado, pues  se entregaron por fin el uno al otro en todos los niveles, y en todos los sentidos. Y la realidad superó todas las expectativas, porque cuando se ama de verdad ese amor te golpea hasta dejarte sin sentido, así se quedaron al materializarse un sueño que compartieron en la travesía de un verano del pasado.











© LOLA SÁNCHEZ

viernes, 13 de marzo de 2015

Día 27 de Febrero 2015. El TIEMPO LO SANA TODO.



EL TIEMPO LO SANA TODO

Sofía, al principio le pareció un antipático, irónico, grosero y mal educado. Sin embargo, su amigo común, Andrés, le explicó que él estaba superando un duelo muy duro. Había perdido a su novia en un accidente de tráfico hacía sólo unos meses, y era evidente que su dolor estaba aún a flor de piel. Esa noticia cambió su percepción de él, comprendiendo la actitud tan fría y distante que tenía con el sexo contrario. Ella se acercaba a él sin tener presente los supuestos desprecios que él le mostraba, se metía con ella sólo con el propósito de que ella se alejara de él, no era tonta, y no se lo tenía en cuenta. 
Mario la observaba como un bicho raro, no quería saber nada de mujeres, no estaba preparado para comenzar una relación, era demasiado pronto, amaba aún a su luz que se había desvanecido. Su mejor amigo era muy terco, no lo dejaba, con su argumento que necesitaba una amiga para salir adelante. No, el sólo necesitaba tiempo, el tiempo lo sanaba todo. Sofía se acercaba a él y mira que él intentaba ser desagradable para que se fuera, pues nada, ella le respondía de forma inteligente a sus impertinencias, y eso lo cabreaba, pero a la vez le gustaba. Así estuvieron varias semanas, hasta  que notó su ausencia, parecía que ya por fin había conseguido su propósito deshacerse de ella, y para su sorpresa la echaba de menos, así que comenzó a buscarla, a llamarla por teléfono y a quedar con ella para hablar. Entre ambos comenzó a forjarse una amistad muy especial. Paseando juntos por el paseo marítimo Sofía sacó un regalo de su bolso, Mario se quedó mudo. "Andrés me comentó que era tu cumpleaños, y bueno aqui te traigo un detalle" el brillo de sus ojos delataban que se estaba enamorando de él, " No deberías haberte molestado" le contestó rompiendo el envoltorio, "¡ohhhh ! ¡vaya...!" pero al momento se puso muy serio, un fuerte dolor en el corazón casi lo dobla "Lo siento, pero no lo quiero, no es apropiado" le arrojó el regalo con brusquedad, y sin mediar palabra se alejó de ella. Sofía sabía la reacción que podía tener, le había consultado a Andrés sobre que regalarle, y por lo visto su novia cada año le regalaba el último libro de su autor favorito. Éste le advirtió que podía pasar lo que le acababa de ocurrir. Con coraje y valentía fue tras él. "Pues pienso que sí es el adecuado, porque ella habría querido regalártelo, y porque estoy segura que te querría ver feliz, no llorando por ella" le dijo poniéndose a su altura. "Cállate, no te atrevas a mencionarla, tu jamás serás ella, nadie la podrá sustituir" su furia la dejó perpleja, y sintió como si le hubieran apuñalado por dentro. Las lágrimas brotaron sin remedio por sus mejillas. " Pues quédate muerto en vida entonces, porque veo que no quieres vivir" la rabia de sus palabras ocultaba el daño en su corazón y le devolvió el libro de la misma forma, y fue ella la que se alejó como un relámpago. Mario se sintió como un miserable, la había herido, porque él aún estaba sanándose, porque aún su desgarro sangraba, y cuando uno está mal, sin querer daña a los que más te quieren y están a tu lado siempre. Él la necesitaba, tenía que reconocer que ella se había convertido en alguien importante en su vida, alguien que con el tiempo podría amar. 
Sofía seguía llorando en su refugio, cada vez que necesitaba estar sola se perdía en aquel paraje, al borde de los acantilados, frente al mar. Allí en lo alto, el viento podía limpiar sus lágrimas,  aliviar las penas, los miedos y las preocupaciones. "Perdóname, por favor" lo escuchó a su espalda. Él sabía donde encontrarla porque habían hablado de ese lugar, hacía a penas unos días. "El sitio es impresionante Sofía, ideal para aislarse y reflexionar, como me dijiste" Se acercó y puso sus manos sobre sus hombros. El contacto fue como un analgésico para ella, se giró y lo abrazó con todo ese amor incipiente que llevaba en su pecho. Mario, sintió una paz enorme, una paz que hacía tiempo no sentía, tenerla entre sus brazos desinfectaba el tajo de su corazón, que estaba sanando con lentitud, " por favor, ten paciencia Sofía sólo te pido eso, no te puedo prometer nada, sólo que tengas paciencia" ella alzó la mirada y lo besó con mucha ternura en los labios, " La tendré. Sólo quiero que sepas que no te dejaré nunca, pase lo que pase, no me apartaré de ti", él le contestó "No sé si llagaré amarte, esa es la verdad, sólo sé que te necesito en mi vida", le acarició el rostro y ella le sonrió " No me importa Mario, sino llegamos a nada seremos amigos para siempre", esas palabras calaron en lo más profundo de él, ahí supo que con el tiempo la amaría como a nadie, la amaría con toda su alma.




© LOLA SÁNCHEZ

Día 26 de Febrero 2015. MIRADAS.


MIRADAS

En soledad, David, caminaba por el sendero que en otro tiempo recorrió con su mejor amigo, los años le pesaban cada vez más, anidaban bajo su cabeza como enormes nidos de pájaros que no emigraban. Ensimismado en su mundo del pasado, se paró en la orilla del río donde solían ir a pescar. Escuchó su risa en la otra orilla. El viento agitó su pelo risado, tenía sus pies sumergidos en las heladas aguas, chapoteando como una niña. Ella lo miró fijamente a los ojos. Y fue como si todo se paralizara, como si ya nada existiera, su pasado se había esfumado, y toda su atención y conciencia se puso en el presente, sí, un regalo eran sus pupilas El calambre lo recorrió de los pies a la cabeza, como una culebra que subía de forma fría,  sigilosa, recorriendo su columna. El verde de su mirada lo llevó a otro tiempo, a un pasado remoto, donde ambos se besaban, donde las risas se mezclaba con las olas de un mar en calma. Miles de abrazos, y una amarga despedida que los alejaba el uno del otro. Un viaje a otros tiempos lejanos, como fotogramas de una vieja película. Todo se detuvo, y ambos conectaron más allá de lo físico, en ese momento sus almas salieron del cuerpo para abrazarse y ese instante se convirtió en eterno. Un deseo dormido en ambos corazones se despertó furioso como ceniza ardiendo, viva, que de la muerte renace como un Ave Fénix. Todo duró sólo un minuto, pero fue como si ambos  hubieran vivido toda una vida. El lazo se rompió cuando su compañero la abrazó por la espalda y ella retiró la mirada. Una barrera de hielo se había interpuesto entre ambos, y él la sintió inalcanzable, pero ella lo volvió a mirar, y de nuevo el hilo invisible de unión entre ambos se activó haciendo que sus corazones se llamaran, un reclamo de un amor que tarde o temprano debía ser consumado. Pues las miradas de ese tipo sólo se dan una vez en cada vida, miradas que hablan, miradas donde se hace el amor con el alma.


© LOLA SÁNCHEZ

Día 28 de Febrero 2015. Paciencia y Tiempo.




PACIENCIA Y TIEMPO

Él la provocaba una y otra vez, se había quedado sin fuerzas, agotada de tanto luchar, y necesitaba descansar, no podía seguir así, la tentación de saber cosa de él era cada día mayor, y él le reprochaba su supuesta pasividad. Porque la distancia hacía que él desconfiara de ella en todo momento, y sin embargo no podían estar el uno sin el otro, el sentimiento los superaba a ambos. Y cada vez que se intentaban alejar el uno del otro, uno de los dos caía de nuevo, o le mandaba un mensaje, o se llamaban, era increíble, cuando ella decidía dejarlo, él la buscaba, cuando era él ella lo buscaba a él, y así hasta que de nuevo se hablaban, cuando lo hacían sentían ese vínculo que los elevaba a esos mundos paralelos, y cada día que pasaba se necesitaban más y más, era inevitable. Así pasaron un tiempo, decidieron incluso permanecer varios meses sin verse y sin decirse nada. Hasta que ella se encontró así misma y cuando lo hizo se dio cuenta que allí en lo más profundo de su alma, estaba él. Dio un vuelco a su vida, y se fue a buscarlo. El había hecho su vida, pero a ella le daba igual tenía que verlo, y darle las gracias por todo el aprendizaje que había recibido por su encuentro. Viajó hasta su ciudad, aún conservaba su número de teléfono, lo llamó bajo el portal de su casa. Escuchó su voz al otro lado "Soy Verónica, Jesús, estoy aquí abajo, en tu portal he venido a verte, sino quieres saber nada de mi lo comprendo, sólo me gustaría hablar contigo un rato", las cuerdas vocales le temblaban y casi se le quiebran. Jesús permaneció en silencio ella escuchaba como el ritmo de su respiración se incrementaba "Bajo en cinco minutos Verónica". Ella miraba el portal una y otra vez,  escuchó el sonido del ascensor, y allí estaba, se cruzaron las miradas el vínculo que parecía que se había roto, se reactivó como por obra de magia. "Hola, Verónica" él se acercó y le dio dos besos en la cara, estaba preciosa, su cercanía lo hacía flotar.  A Verónica le ocurría lo mismo, él la invitó a tomarse un café, y mientras llegaban al lugar la conversación en un principio incómoda y distante, comenzó a fluir como las primeras lluvias de otoño. Ella le contó todo el proceso que había vivido y su transformación definitiva, el sólo se limitaba a observarla con gran detenimiento. "Bueno y eso es todo, y sólo quería darte las gracias, por todo... ¿ Y tú estarás casado ? ella lo miraba con suma atención "Sí, me casé" ella desvió la mirada, y él leyó lo que le ocurría " Veo que aún te importo a otros niveles" ella volvió a fijar sus pupilas en su rostro, y mal fingió una sonrisa "¡No, que va!, lo nuestro fue sólo un romance que ni se consumó"... Sabes me alegro que encontraras a alguien que te haga feliz" esta vez sus palabras salía de su corazón, "En fin, me tengo que ir" y se levantó del asiento, el la sujetó de la mano "Espera Verónica, por favor, aún no he terminado contigo" ella insistió "Claro que sí, yo sabía que era absurdo que a estas alturas estuvieras solo, y yo sólo quería agradecerte tus lecciones que las aprendí con el tiempo", él tiró de ella "Por favor, ¿me quieres escuchar ?" ella seguía con su retahíla sin escucharlo. Jesús se levantó y sin que ella se lo esperara la calló con un hermoso beso en los labios. " Me he separado de Julia hace seis meses" Verónica se puso como una amapola " lo siento..." no sonó nada convincente, " no me puedes engañar, sé que te alegras,  ¿y sabes por qué me separé? porque supe que tu también lo habías hecho, jamás pude olvidarte Verónica, y estuve pendiente de ti todo el tiempo", y el sorprendido fue él cuando ella lo volvió a besar. Su amor se había quedado aletargado en fase crisálida, todo era cuestión de tiempo y paciencia para que esa crisálida se transformara en una bella mariposa.




© LOLA SÁNCHEZ

sábado, 28 de febrero de 2015

Dia 24 de Febrero 2015. TRISTEZA.



TRISTEZA

Ángeles se había sumergido en sus pensamientos, allí siempre estaba él, y si sólo estuviera allí, quizás con una meditación o una relajación lo haría desaparecer unas horas, pero resultaba que estaba anclado en su corazón, y enredado en su alma. Ambos decidieron caminar separados, pero era sólo una ilusión, seguían unidos más allá de todo. Si, se engañaba era por no creer que estaban el uno para el otro. Había estado muy pocas veces en su vida triste, ella siempre había sido alegre, y éste entusiasmo era innato. Eso sí, bajo esa tristeza ella no dejaba de ser ella misma, eso la salvaba de la situación, y de todo, lo que la rodeaba. Porque ella sabía que todo lo que necesitaba saber, sentir, y mejorar estaba dentro de ella, y él reflejaba todos sus miedos, todas sus limitaciones y ella a su vez proyectaba en él lo que necesitaba cambiar y mejorar, nada se te presenta en la vida por casualidad, nada era porque sí, y eso lo sabía ella y él también. Ella necesitaba que esa tristeza se transformara en algo más positivo, quizás si volviera a tener fe, tener esperanza, todo se transformaría, se trabajaría, cada día para liberarse y liberarlo todo. Y así la tristeza se iría como se van las aves migratorias, quizás volviera a sentirla en otro momento, pero ahora sólo quería que se fuera. Eso sí, si él la volviera a abrazar toda esa melancolía se iría para siempre. Él antídoto más eficaz, abrazar a su propia alma,  y  abrazarlo a él era abrazarse a si misma.




© LOLA SÁNCHEZ


Día 25 de Febrero de 2015. CONDENA.



CONDENA

La presión que sentía era cada vez más insoportable, y sólo se consolaba con recordarlo en cada momento, tenía ganas de gritar, de salir corriendo, de perderse donde nada y nadie la encontrara. Era horrible sentir tanta desesperación, tristeza, desolación... No sabía cuanto aguantaría así, no sabía cuanto tardaría en escribirle otra vez, tenía miedo de su rechazo, porque lo comprendía, y porque no quería que se hicieran más daño. Lo amaba de una forma que desconocía, la necesidad de saber de él, de ayudarlo, de apoyarlo, escucharlo, abrazarlo era algo que la desconcertaba, porque se habían destrozado y se suponía que con eso el amor se desvanecería, no, todo lo contrario, lo amaba más todavía. No lo comprendía, por eso sabía que necesitaba tiempo para encontrarse así misma, era la única forma de saber que era lo que quería en su vida. Tenía claro que llegado el momento de ese descubrimiento si sentía lo mismo por él, daría un vuelco a su vida, también sabía que esa decisión conllevaba un gran riesgo, y era que cuando tomara esa decisión él ya no estuviera. Tenía que perdonarse muchas cosas, sobre todo el daño que le hizo sin querer por la presión. Ella vio en ese momento una parte de su alma que él ocultaba, y por eso lo amaba más aún. Estaba condenada a amarlo siempre, por encima de todo, de las circunstancias, de los prejuicios, de la cultura y costumbres sociales. Y a pesar de todo, de la heridas, de los reproches, ella lo amaba más que nunca. Con su último encuentro se había enamorado de él aún más, como no hacerlo, sentirlo de esa forma era completarse   así misma, navegar sobre un mar de dulzura, ternura, compresión, vivir y sentir el amor como nunca, era incontrolable, no era su mente la que la movía, era su corazón que le gritaba, lloraba y la culpaba de no seguirlo. Una condena que la estaba consumiendo poco a poco, una condena en vida, a amarlo sin tenerlo, y por mucho que pasara el tiempo lo seguiría amando. Tenía que centrarse en ella, era lo único que podía hacer, sólo así descubriría la verdad de su ser.




© LOLA SÁNCHEZ

miércoles, 25 de febrero de 2015

Día 22 de Febrero 2015. CONDICIONES.



CONDICIONES

Ella tuvo que aceptar las condiciones de él, no le quedaba otra, porque la otra opción era no saber nada de él, nunca más, y eso era la muerte para ella. Sí, ella podría vivir sin él, podría estar sin él, pero estaría como una autómata, manejada por la corriente de la vida, dejándose llevar como una pluma que es arrastrada y lanzada al aire sin saber, dónde y cómo caer. Ella lo comprendía, porque la situación no era sencilla, y porque lo que sentía por él iba más allá de todo lo que les estaba pasando. Sus almas eran del mismo fruto, de la misma hoja, y eso era algo que no podían controlar, por mucho que lo intentaran . Ella se callaba muchas cosas, verdades que se quedarían guardadas en su corazón, tesoros que sólo les pertenecía a ellos dos. Ella decidió mirar dentro, y hacer lo que debió hacer hace tiempo, mirar por ella, estaba en un proceso de transformación y la calma era fundamental, y por lo menos el hecho de que él estuviera con esas condiciones le daba esa paz que necesitaba en ese momento, aunque ella sabía que era sólo pasajero. Para ella él era más que su protector, más que un hermano, alguien que a niveles más elevados encajaban a la perfección, a esos niveles ellos hablaban el mismo idioma. Por eso no podían estar el uno sin el otro, aunque la vida los alejaba, sus almas siempre seguirían unidas, y en eso la mente no mandaba, la esencia de cada ser va más allá de la mente limitada. El lenguaje del amor se manifiesta de muchas formas, y los que se pertenecen siempre se disfrazaran para manifestar su misión, la que todos y todas tenemos, amarnos a nosotros mismos y amar al prójimo, superando los obstáculos y los conflictos. Ella recordaba lo que sus guías le comunicaron en su día, y se estaba cumpliendo, ambos no os podréis dejar, siempre os ayudaréis el uno al otro, pase lo que pase, ese mensaje y otros que dejó escrito en su diario secreto se quedarían en el aire, hasta que aterrizaran en algún lugar para cumplirse.




© LOLA SÁNCHEZ







Día 23 de Febrero de 2015. Y QUÉ...



Y QUÉ...

Álvaro miraba la fotografía de Candy. Se había alejado de ella, pero no había manera de dejarla de amar, ya que su mente no mandaba ni en su corazón, ni en su alma. Lo había intentado todo, y no podía cambiar nada. Ella era su tortura y a la vez su paz, su infierno y su cielo. Haberla probado había sido una adicción tan maravillosa que ahora el no tenerla lo destruía poco a poco. La amaba en sueños, en vidas paralelas, entre vidas, y jamás pensó que algo así existiera, es más, nunca creyó en el amor eterno, y ni mucho menos en el amor incondicional, ni se planteó las conexiones no físicas, todo eso le parecían teorías de algunos locos de la nueva espiritualidad new age, pura fantasía, irreal. Tampoco creyó en el amor de los libros, esos que duran y lo superan todo, ni creyó que la chica que él soñaba en su adolescencia existiera. Hasta que encontró a Candy, y todo lo que no creyó le explotó en la cara de una forma que a pesar de haber experimentado toda una vida con ella en pocos meses, aún su mente se negaba a pensar que hubiera sido verdad. Ahora su alma lo tumbaba y contrarrestaba las protestas de su mente, a todos los inconvenientes de su ego, su corazón le decía "¿Y qué? la amaste, la amas y la amarás, para siempre". Y su mente le volvía a decir "pero ella juega contigo", y su alma ¿Y qué? ella siempre estará contigo, porque te ama de verdad.  En esta última afirmación se imponía su ego, dudando de la verdad. 
Candy miraba la foto de Álvaro, jamás había sentido nada parecido por nadie, y sin embargo la realidad los separaba, en las otras seguían conectados y lo amaba como nunca, ella también se preguntaba esos ¿Y qué?...



© LOLA SÁNCHEZ

martes, 24 de febrero de 2015

Día 20 de Febrero 2015. TUS COLORES DE VERDAD.




TUS COLORES DE VERDAD

Rosa lo escuchó por primera vez, cuando entró en el salón. Él la miraba con curiosidad, jamás había visto a una chica con un físico tan delicado, extrema delgadez, y el ser invidente la hacían aún más vulnerable. Por lo menos esa fue su impresión. Él esperaba a su mejor amigo, Eduardo. "¿Y te llamas?" le dijo la chica acercándose a él con gran sigilo, "Mi nombre, Javier"... Ella se había acercado demasiado y su corazón comenzó a latir de una forma que lo desconcertaba, lo tocó con gran delicadeza en el pecho "Te hicieron mucho daño Javier" su voz era un susurro, ese toque lo hizo estremecerse, ninguna chica le había provocado algo parecido. "Bueno ya estoy, ¿nos vamos?", la voz de Eduardo había roto el vínculo que se había creado entre ambos. Éste trataba a su hermana con sumo cariño, no le extrañaba, dios,  Rosa era pura dulzura. Y desde ese primer encuentro él ya no pudo dejar de pensar en ella. Ese toque y esas palabras, era como si ella tuviera la capacidad de mirar dentro de él. Nadie lo había logrado, él único que sabía todos sus problemas había sido Eduardo, que lo sacó de las malas compañías, si no hubiera sido por él, seguro que ahora sería un delincuente. Lo había conocido en el reformatorio, acababa de robar y se había metido en muchas peleas. Eduardo era monitor voluntario en el reformatorio, y desde que se conocieron él lo ayudó muchísimo para superar sus miedos, y la rabia que lo había llevado a esa situación.  
Rosa se había quedado muy pensativa, desde que vio a Javier, porque lo vio, no con los ojos físico sino con los del corazón. Era ciega de nacimiento, pero veía el mundo invisible, al tocarlo y sentir a Javier supo que estaba ante un alma afín a ella, y como imágenes en su mente observó todo su pasado, eso la preocupaba, esas heridas del alma lo atormentaban.
 Aquella tarde Rosa paseaba por el parque sola, le encantaba pasear los días soleados, y se sabía cada rincón del parque de memoria. A mitad de camino unos chicos que desprendían una energía muy negativa se acercaron, ella sabía sus intenciones, y se preparó para defenderse. Cuando llegaron a su altura uno de ellos  se acercó para robarle el bolso, la patada que recibió en la entrepierna no se lo esperaba. "Anda, ¡pero si sabe pelear la cieguecita!", dijo el otro al ver a su compinche revolcándose en el suelo. En ese instante, Eduardo y Javier aparecieron, estaban haciendo ejercicio físico y cada tres días salían a correr una hora al parque. Su hermano se lanzó a por el que la estaba amenazando, y Javier por el idiota que se estaba recuperándose y cuya intención era atacarla de nuevo, había cogido un pequeño tronco para agredirla. Javier conocía a esos dos tipos, habían sido amigos suyos y eran peligrosos. Rosa lo vio todo, podía ver con su tercer ojo, observaba sus energías en movimiento. La intervención de su hermano y de Javier fue rápida dejando fuera de combate a sus agresores. Una pareja de policías que paseaban por la zona terminaron de solucionar la situación. Eduardo le pidió a Javier que se quedara con Rosa, esos chicos habían estado en el reformatorio se habían escapado hacía dos días, y tendría que denunciarlo y declarar para su nueva reclusión. 
"¿Estás bien de verdad?" preguntó Javier, sabiendo que Eduardo hacía sólo un momento le había preguntado lo mismo, y ella había asentido y sonreído, dios que ganas de abrazarla tenía, al verla así, aún su furia le latía sobre su cabeza, sólo sintió esa misma sensación una vez, y ahora la volvía a revivir, su pecho le comenzó a doler de una forma horrible. "Yo sí, pero tu no estás bien" acercándose posó su mano sobre su torax, y con delicadeza lo abrazó. Madre mía, la sacudida de energía desde debajo de la columna hasta la coronilla lo dejó paralizado, y una sensación de paz y de bienestar lo fue envolviendo con suavidad, no pudo evitar rodearla con sus brazos de forma automática, y sus labios sin darse cuenta se posaron sobre su cabeza para besar su sedoso pelo que olía a vainilla. Permanecieron no se sabe cuanto tiempo así, sintiéndose, la sensación de conocerse desde siempre, el sentimiento de seguridad y de protección en ambos era brutal, lo más desconcertante era la plenitud que sentía Javier, nunca había sentido algo parecido, es más, desde siempre se había sentido perdido,  roto. "No te culpes Javier, no fue tu culpa" ella estaba leyendo dentro de él. Y eso lo asustó, la retiró de su lado de inmediato. Rosa sintió el rechazo como un latigazo. "Lo siento Rosa, no quiero hacerte daño, pero no quiero que veas más" ella con paciencia y amabilidad le contestó, "lo he visto todo Javier, ¿crees que me importa? no me importa nada, sólo que debes sanar esa herida" el la miró con rabia odiaba que los demás sintieran lástima por él, y no quería que ella lo compadeciera, no, no necesitaba eso, "No quiero sanarla, forma parte de mi, soy un despojo, y por eso jamás volveré a tocarte, y por favor no me vuelvas a tocar, nunca más"  Rosa veía la rabia, y el dolor que se apoderaban de él, y lo sintió como propio, su cara se transformó mostrando una tristeza descomunal. "¡¡ Mierda!!", pensó Javier al ver que la había herido, se sintió aún más vil. Ella lo captó todo y cambió de expresión, "De acuerdo, no te tocaré más, pero me gustaría pedirte un favor" se lo dijo con una espledorosa sonrisa, no se podría negar a eso, lo dejaba a su merced. Rosa le pidió que él la entrenara en defensa personal, mientras su hermano estaba en el reformatorio, así estaría más preparada para protegerse.  Cada tarde acudía al parque para practicar. Los nervios se fueron calmando a medida que pasaban las horas, ella era muy lista, le había prometido no tocarla pero el hecho de enseñarle las técnicas, lo obligaban a poner sus manos sobre ella, y cada vez que la tocaba era como una liberación para él. Ella lo notaba, y se hacía la torpe para que él pusiera sus manos encima de ella, sabía que lo estaba sanando sin que él se diera cuenta. Así pasaron dos semanas, se buscaban, se llamaban y las horas volaban cuando estaban juntos. Él sonreía más, y cuando ella aparecía era como respirar aire del mar, lo renovaba por dentro y por fuera. Bajo un sol que calentaba demasiado, Rosa se mareo, le había dado una bajada de tensión, había salido sin merendar todo por no llegar tarde a su cita con él. Javier la sujetó en el aire, "No he merendado, es la tensión" ella notó el cambió bioenergético de él sus colores empezaron a cambiar, hacia la preocupación y el enojo "No vuelvas a salir de casa sin comer" la reprendió llevándola hasta el banco más cercano. Él siempre llevaba algo de fruta o una chocolatina en su mochila. "Toma, pero te repito, no lo vuelvas hacer" su amenaza era auténtica, mezcla de protección y del amor que sentía por ella. Ella lo miraba con cara de sorpresa "¿ Qué ves dentro de mi?"" Javier, veo como eres realmente, veo todos los colores del arcoiris brillando en tu cuerpo. Y sabes lo mejor que veo que ya no tienes nada en el corazón, ese dolor se fue, ya nadie te hará más daño", estaba tan absorta mirándolo por dentro que le dio otro mareo, no había pegado ni un bocado a la manzana que él le había dado. "No me mires más, y come" le dijo abrazándola contra él, ella obedeció, y al momento le volvió el color de la cara. Seguía aferrado a él, "No te apartes por favor" notando el amago de separarse de ella, "Ya estás bien, ¿No?", ella puso cara de desánimo "Si, pero..." él se acercó más aún a su rostro y ella atrapó su boca entre la suya, sabía donde encontrar sus labios, Javier creyó que estaba bebiendo del manantial más dulce del planeta. Y ya no hubo más entrenamiento , sólo cientos de besos, suaves caricias, era el lenguaje de los seres afines. " Ahora, sí" ella paró de besarlo para mirar dentro "Ahora si, ¿qué?" le preguntó él "Ahora veo tus colores de verdad" y él la volvió a besar "¿Sabes por qué los ves ahora?" "¿No quieres olirlo?" ella lo acarició "Si, porque yo siento lo mismo" y entonces se lo dijo 
" Porque Te Amo con toda mi alma".





© LOLA SÁNCHEZ

Día 21 de Febrero de 2015. VOLVERÁ.



VOLVERÁ

Alejandro la miraba ensimismado, tenía tan sólo diez años, y para él Eli era como las estrellas que le enseñaba su padre en las noches de verano, se quedaría todo el día observándola, lo atraía como la luna atrae las olas del mar. Y Eli desde que lo conoció en ese nuevo curso, fue cruzar una palabra con él y hacerla reír, y pocos chicos de su edad conseguían eso, así se hicieron inseparables. Hacían los deberes juntos, aprendían el uno del otro, y aunque tuvieran ambos sus amigos, ellos se buscaban para cada día  para disfrutar de su mutua compañía . Así pasó todo un curso. El verano se acercaba, y las vacaciones. Él no estaba dispuesto a pasar ese verano sin verla, y sin jugar con ella. Eli se acercó a él, "Ale, te doy esto es mi nueva dirección, para que me escribas, a mi padre lo trasladan a otro país por trabajo" ella lo miraba con gran tristeza, y este se quedó sin palabras. Al ver que estaba paralizado, se acercó y le dio un beso de despedida en la mejilla, antes de que ella se separara él la beso en los labios, al ser tan niños, su primer beso fue pura magia como si una delicada mariposa se posara en una preciosa flor, de gran inocencia, de puro amor. "Te escribiré" le dijo él rodeándola, abrazándola. 
Estuvieron escribiéndose todo el verano y parte del otoño, hasta que al padre de Eli lo volvieron a trasladar, y esperó que llegara una nueva carta con la nueva dirección. Y esa carta no llegó nunca, pasaron los años y el niño se convirtió en un hombre. 
Trasteando en su baúl de la infancia, él encontró las cartas de ella y los recuerdos lo invadieron, "¿Qué habría sido de Eli?" Se llevó las cartas, y se puso a buscarla por Internet y cual fue su sorpresa que ella vivía en su misma cuidad. Le mandó una solicitud de amistad. Pero pasaron las semanas y no recibió respuesta. Bueno lo había intentado, no insistiría. Salió a dar un paseo y había una chica de pelo castaño y ojos verdes que miraba con curiosidad su casa, al acercase a ella, se quedó sin palabras, era Eli, "¿Ale?" lo había reconocido. Se acercaron y ella se lanzó a sus brazos, él se quedó sin aliento, por dios, esa sensación que sintió cuando tenía diez años se destapó y resurgió en su corazón como un torrente de agua de manantial, pero ahora se mezclaba con el  fuego y la pasión que su niño desconocía. Eli no se lo podía creer, lo había encontrado, ella jamás lo pudo olvidar, era su amor de la infancia, y al abrazarlo fue como un resurgir, el sentimiento no se había desvanecido, al contrario, explotó en su pecho lleno de luces de fuegos artificiales. Y ocurrió como en la infancia, a partir de ese momento no dejaron de verse, y se convirtieron en uña y carne, y esa unión se selló con un beso que los llevó a otros y al fundirse en cuerpo y alma, esta vez las tres partes de él, y las tres partes de ella formaron un todo. El niño, el adolescente y el adulto se amaban en un sólo ser.




© LOLA SÁNCHEZ

domingo, 22 de febrero de 2015

Día 19 de Febrero 2015.EL JUEGO DE LA VIDA.


El JUEGO DE LA VIDA


Se habían destruido el uno al otro, esa destrucción los llevó a retornar, una y otra vez hasta que aprendieran la lección, la enseñanza más grande es amar a través del conflicto. Sus almas eran de la misma familia de almas. En las esferas más elevadas, ambas se reían de sus avatares en la tierra, porque los vehículos no se movían como ellos se creían y el que lo manejaba todo eran ellas desde los planos más sutiles. Se dañaban, se odiaban, incluso casi se matan, como en otros tiempos más remotos y todo para aprender a escuchar sus almas, y para sacar toda esa belleza que tras muchas capas de suciedad y de afiladas aristas con cada vida se iban puliendo hasta hacer que sólo la luz brillara en el interior de cada uno, y si eso ocurría a nivel consciente se manifestaría en el exterior inundando a todo el entorno y al prójimo. Las pruebas no eran fáciles, todo un proceso hasta que ambos estuvieran preparados para encontrarse y estar juntos. Aún así la preparación era necesaria, vida tras vida y cuando se encontraban se disparaba una fuerte energía que los dejaba paralizados, sumergidos en una burbuja que los aislaba del mundo, hasta que tocaban tierra y se tenían que separar. Y la separación era toda una tortura para ambos, sólo podía ser aliviada entrando cada uno en su templo más sagrado, en su corazón, allí al conectar con lo que eran toda ignorancia como el odio, el deseo, la posesión, el rencor, el egoísmo, la desesperación, la rabia, la tristeza, la envidia, todo aquello que hacía que esa luz dejara de brillar desaparecía, para que la verdad se manifestara, el amor que va más allá de toda situación y toda circunstancia. Y descubrir eso los liberaba a ambos, y a la vez los vinculaban para la eternidad. Sus almas se reían del juego de la vida. 




© LOLA SÁNCHEZ

Día 18 de Febrero 2015. FALSA PARTIDA.




FALSA PARTIDA

Ella se tuvo que alejar de él, y al hacerlo se sintió como una miserable, y él hizo lo mismo. La crisis se había apoderado de ellos, y ahora la subida sería casi imposible. A veces jamás se vuelve a subir. Ella tenía demasiadas heridas en el corazón, demasiado peso, y lo tenía que echar como fuera. Olvidar no podría y lo sabía, pero tenía que pasar página, retomar su camino aunque se quedara con aquellos sentimientos para siempre en los sótanos del alma. Una brecha de distancia se abrió entre ambos, como si la tierra se hubiera abierto desgajada por un seísmo, volar en ese momento no era posible, y la tristeza era su compañera. Sólo el silencio reinaba entre ellos, un silencio que los asesinaba poco a poco. La incomunicación los llevo a una mayor lejanía, ya parecían estrellas separadas por millones de kilómetros. Aquel día ella decidió enmudecer para siempre. Él desconfiado era pura ausencia, puro frío invernal, y ella aceptaba esa situación con resignación se sentía culpable por lo ocurrido. Llevaban muchas noches sin sentirse, y ella se iría por la mañana temprano con los primeros cantos de los pájaros. En plena madrugada él entró y se acostó a su lado la trajo para abrazarla, y todo ese hielo que había entre ambos, se fue derritiendo. Ella se giró para acurrucarse en su cálido pecho, lo había añorado tanto... tantísimo.  A veces parece que el amor se escapa como el agua entre los dedos, como el aire que no se puede agarrar, desaparece en mares de confusión, en situaciones complejas y difíciles. A veces, crees que lo pierdes, que dejas de amar de la noche a la mañana. Jamás se deja de amar, cuando es un amor que llega del alma, todo lo que se amó se sigue amando de alguna forma, aunque ya no esté entre nosotros de forma física, queda la grabación, queda la esencia que sabe que todo retorna como las estaciones del año, como los ciclos geológicos, todo rota, y todo está en movimiento, y en medio de esos cambios siempre queda algo permanente. El calor derrumbó las barreras y bajo todas aquellas capas de sucio ego, de cargas pasadas, comenzó a brillar en ambos el amor incondicional que se tenían desde el principio de los tiempos. Ese amor va más allá de las circunstancias, ese amor vive más allá de la distancia y del tiempo, pues no hay olvido para el amor incondicional, y siempre permanece aletargado hasta que de nuevo se despierta para inundarlo todo.





© LOLA SÁNCHEZ

sábado, 21 de febrero de 2015

Día 17 de Febrero de 2015. VOLVER AMARTE.



VOLVER AMARTE.

Él no dejaba de pensar en ella, jamás la podría olvidar, quizás porque fue la única que lo amó más allá del ego, más allá de lo tangible. Lo amó entre la linea de lo real y en otras dimensiones. Sus exigencias los separaban y las circunstancias, aún así se arrepentía de no haberla amado más, habían perdido mucho tiempo enojados, sobre todo él por desearla con tantas ansias que prefirió dejarla ir, retirarse y seguir su camino. En ese proceso ambos se habían hecho mucho daño, y él se sentía como un miserable, como un diablo que había destrozado a una bella luz que se encontró en el camino. Se había retirado porque jamás la podría amar como a una amiga, ni como una hermana, no podía amarla así, jamás, porque soñaba cada madrugada con besar sus labios hasta desgastarlos, porque una caricia de ella lo elevaría a las cimas de las montañas, porque la deseaba tanto que dolía. Y ese deseo lo destrozaba y la había destrozado a ella. Al fin al cabo el amor va más allá del deseo, y la amaba por encima de todo. El dios del tiempo hizo que ambos se volvieran a encontrar. Y ella tenía unas circunstancias diferentes a las de su pasado, volvería a pedirle que lo amara, aunque no sabía si eso sería posible, quizás ella se habría olvidado de él, quizás aún quedaban heridas por sanar. ¿ Se arriesgaría de nuevo ahora que todo estaba en su favor? Por su alma se arriesgaría de nuevo, por su alma volvería a ella una y otra vez,  no lo podía remediar. Ella jamás lo pudo olvidar, sí, como hacerlo si nadie la había amado como él, y ahora se encontraba libre, y a pesar del tiempo, él era su tesoro oculto. Se volvían hablar, y para ella era como si todas las heridas que se hicieron por la impotencia de no poder estar juntos desaparecieran, aunque ella dudaba que él la amara como antes, quizás jamás lo podría recuperar, pero aún así si él le pedía volverla amar ella le diría que sí, ahora si que no le podría negar nada, y no lo haría, como hacerlo, ahora no se podría negar a nada y si antaño lo negó se engañó y se destrozó así misma, ahora lo comprendía todo, él era su alma y no lo podía remediar.




© LOLA SÁNCHEZ


Día 16 de Febrero 2015. EL PRIMER BESO.




EL PRIMER BESO

Miriam recordaba, aquel increíble verano, y como todos los periodos estivales la magia podría surgir. Sus padres habían decidido irse de vacaciones a la costa, sólo por una semana. Había cumplido catorce años en junio, se sentía incomprendida, y aislada del mundo. Sólo quería estar sola, pues no soportaba a la mitad de sus conocidas, todo el día conectadas en las nuevas tecnologías que ella sólo usaba para leer y estudiar. Sólo tenía una amiga igual que ella, eran las raritas, las frikis, se sentía que no encajaba en el mundo. Sonría al verse ahora ya adulta y rememorar aquella semana era hermoso. Siempre llevaba un libro encima, y pasaba horas y horas en la sombra sumergida en los mundos literarios. Le gustaba el sonido de las olas del mar, pues la ayudaban a soñar y a sentir más esos personajes que se apoderaban de ella como auténticas posesiones demoniacas. Hasta que una tarde paseando por la orilla decidió adentrarse para estar totalmente sola en una cala. Sí, todo parecía en calma y la soledad del lugar la reconfortaba. Se puso a leer absorta en una escena donde aparecía un hermoso chico desnudo en la playa, la autora lo describía de tal forma que la dejó sin respiración, fue su primera experiencia sexual que se acentuó cuando alzó la mirada para ver el sol como se sumergía bajo el mar como una hermosa gema oro rubí. Lo vio salir del agua, tendría más o menos su edad, y era igual que lo que acababa de leer. Su corazón se le iba a salir por la boca, dios, ese personaje existía de verdad, allí estaba, ajeno a su presencia. O por lo menos eso se creyó ella al observarlo casi oculta del sobresalto que se llevó. El chico se envolvió en su toalla y miró hacia donde estaba ella. Le entró el pánico y salió corriendo, sin darse cuenta que se había dejado el libro allí. A la mitad de camino se volvió no podía dejar su libro allí, y menos sin saber el final. Y mientras se acercaba, lo vio, ella se quedó parada, él llevaba su libro. En ese instante quiso que la tierra se la tragarse estaba como una amapola. Él llegó a su altura 
" Me lo leí hace unos meses, el final lo esperaba de otra forma, pero me gustó" le dijo entregándole el libro. Ella no se podía creer que un chico como él leyera, y que encima le gustara. "Gracias" fue lo único que pudo salir de su boca."Soy Juan, supongo que está aquí de veraneo, si quieres podemos quedar mañana a la misma hora en la cala para hablar de libros, si te apetece". Y claro que le apetecía, y así fue, al día siguiente se volvieron a ver, y al otro, y al siguiente. Hablar con él era lo mejor del día. Hasta que llegó su partida. "Mañana te vas, ¿no?" él la miraba con suma atención "Sí, Juan, quiero que sepas que me ha encantado conocerte y haber compartido estos días contigo" ella apenas lo miraba a los ojos sentía mariposas en su estómago cada vez que lo hacía. "No te han besado nunca, ¿verdad?" al mirarla sus mejillas parecían dos rosas rojas "Veo que no, Miriam ¿ Quieres que te bese? porque yo me muero por hacerlo y más al saber que no te veré nunca más", nerviosa le respondió " Bueno estaremos en contacto por internet y..." él  la besó sin esperarlo, fue un beso que ahogó sus palabras, al separarse fue ella la que lo buscó de nuevo con sus labios y esta vez sus lenguas se enredaron y fue mucho más profundo. El primer beso es incómodo y maravilloso, como la primera vez que te lanzas al agua de una piscina, te da miedo y a la vez te atrae. Una vez que lo haces ya no puedes parar, y siempre desearás que te vuelvan a besar, pues es la droga más fuerte que existe, y Miriam lo supo desde aquel primer beso, ese que jamás pudo olvidar en la vida, ni al chico de la playa. Ahora ese recuerdo hacía que resurgiera de sus cenizas, y más porque de nuevo se volvían a encontrar con Juan, tras muchos años sin verse, ¿ volverían a besarse? ella lo esperaba como agua de mayo.


© LOLA SÁNCHEZ

viernes, 20 de febrero de 2015

Día 15 de Febrero de 2015. REPETIRÍA.



REPETIRÍA


Jamás había amado a nadie como la amaba a ella. Y sabía que jamás volvería amar así. Como era posible, amar tanto si a penas la había tocado, si ni siquiera la había visto, sólo una vez. Cómo se había vuelto loco por unos besos y unos abrazos que lo devoraban día y noche. Y sentirla cada día como un fantasma encadenado a él, eso lo desconcertaba. El hecho que su conexión no fuera física era lo que lo dejaba sin defensa, que su contacto con ella fuera en otros niveles lo debilitaba y a la vez lo fortalecía. Caminar por su sendero, sin ella, era lo más doloroso que había sentido y a la vez el hecho de haberla conocido, de haberla acariciado, de haberse perdido en el brillo de sus maravillosos ojos por un sólo instante había sido lo más hermoso que había vivido jamás, si volviera atrás repetiría, a pesar del desgarro que jamás se cerraría en su corazón. Sólo ese encuentro que tuvo con ella fue lo que le dio vida aunque ahora muriera en agonía. Volvería una y otra vez, sólo para conocerla, sólo para sentirla, pues ella era la única que lo completaba, nada y nadie lo conseguiría ya que ella era su propia versión de sí mismo en femenino, era su alma gemela. La buscaría una y otra vez, hasta que estuvieran preparados para vivir una vida de plenitud juntos. La había amado con locura, la amaba y la amaría por siempre. Se había alejado de ella porque la vida los separaba, pero no estaban a distanciados del todo, no, seguían amándose como auténticos maníacos a otros niveles, y allí ella y él siempre serían uno del otro, allí él le demostraba que no la dejaría nunca y ella le demostraba a él que lo amaba con toda su alma, hasta que esa realidad se plasmara en la tierra que pisaban. 




© LOLA SÁNCHEZ


Día 14 de Febrero 2015. SAN VALENTIN.



SAN VALENTIN


Nuria, se preparaba para ir a la cena de San Valentin. Se había puesto su vestido favorito, rojo pasión, llevar una prenda de ese color representaba el amor. Se retocó los labios antes de salir de casa. Y dando un paseo tranquilo sobre unas calles mojadas de un frío febrero, llegó al restaurante de siempre, su mesa ya estaba preparada. No le faltaba ningún detalle. La vela en el centro con un par de Rosas. Habían muchas parejas alrededor celebrando ese día tan especial. Ella sólo esperaba la carta. Un atractivo camarero le entregó el sobre y con suma amabilidad le tomó los datos de la cena. Él estaría en el otro lado del mundo haciendo lo mismo que ella, cada año quedaban en el mismo sitio, se mandaban indicaciones para cenar los dos juntos, a pesar de la distancia de miles de kilómetros, para ello usaban las redes sociales. Este era el tercer año que lo hacían. Era un amor especial y único, jamás se habían visto, sólo hablaban una vez a la semana por teléfono, y las nuevas tecnologías las usaban, pero siempre para San Valentin hacían algo diferente, y este año la citación sería por carta ordinaria. El camarero volvió, no debía abrir la carta hasta terminar de cenar. Estaba super nerviosa "¿Qué esperando a su amado?" ella lo miró extrañada, en los dos anteriores años jamás un empleado de ese establecimiento le había preguntado nada. El caso era que ella agradecía la pregunta, así mataba sus nervios. "Mi amado viene en esta carta" le respondió con orgullo, " Pues me parece que su amado es un completo estúpido, no comprendo porque no viene en persona, usted posee la sonrisa más bonita que he visto en mi vida" ella se quedó sin palabras,  intentaba ligar con ella, "Gracias por el cumplido, pero resulta que él está en el otro lado del mundo y no tenemos otra forma de estar juntos, por ahora..." éste insistió "lo siento, señorita, pero sigo pensando que es un completo idiota", ella se puso a la defensiva " Pues si lo vuelves a insultar me quejaré ante su superior por ser un grosero" la sonrisa de él y su mirada de pícaro la enfureció mucho más. Cómo se atrevía a juzgar a alguien que ni siquiera conocía y a meterse donde no le importaba. Comió poquísimo, estaba demasiado ansiosa por abrir la carta, y en apenas media hora había terminado de cenar. Aún le quedaba el postre. El insoportable regresó para retirarle los platos. "¿ Aún no has abierto a su amado?" preguntó con esa arrogante expresión que ella empezaba a odiar. " No pienso abrirla delante de usted, es más no la abriré hasta que no desaparezca de mi vista" la sonrisa de él se evaporó y se puso muy serio "Mis disculpas, señorita, me retiro de inmediato"  y desapareció entre las puertas de la cocina. Ella suspiró aliviada, por fin se había quitado a ese pesado de encima. Con manos temblorosas abrió la carta, había otro sobre dentro, cerrado, con la indicación "Abrir al final"
"Mi luna, de nuevo este es nuestro tercer año cenando en la distancia, es duro tenerte lejos de mi, cada vez es más complicado, pero sé que el tiempo nos dará la oportunidad y por mucha distancia y obstáculos que nos imponga la vida, sé que terminaremos juntos, y sé que el día que nos veamos cara a cara está muy cerca. No he querido que nos vieramos por Webcam, porque mi intención era que te enamoraras de mi por lo que soy, al igual que yo de ti, no por el físico. Hoy es un día especial, y por eso mi regalo de San Valentin está en este sobre. Sí, no te preocupes, sé que el camarero que te está atendiendo es un auténtico capullo, (ella soltó una carcajada, en voz alta, al leer aquello) lo sé porque hablé con él antes de que la carta llegara a tus manos. En el sobre está tu postre. Ábrelo y disfrútalo. Mientras ella abría el sobre el insolente sirviente se acercó a la mesa," Señorita, ¿Qué desea de postre?" ella lo ignoró, hasta que fijó sus ojos en el contenido del sobre. Él le enviaba una fotografía para que ella supiera por fin como era su aspecto físico. La foto cayó al suelo, "¡Dios! estaba delante de ella" había cruzado medio mundo para verla y hacerle el regalo más hermoso de San Valentin. Él al ver que lo reconocía le sonrió como al principio, y a ella le pareció el hombre más atractivo del planeta, tanto que se levantó, lo abrazó fundiéndose a él en el beso más devastador que un hombre pudiera recibir de la mujer que amaba. Y el sorprendido fue él, ese fue el regalo de ella, un presente que a ambos se les quedó grabado de por vida en sus almas.


© LOLA SÁNCHEZ

martes, 17 de febrero de 2015

Día 10 de Febrero 2015. PREDESTINADOS.


PREDESTINADOS

Su alma vivía dividida, entre varios mundos. Ella jamás se imaginó que al conectar ambos mundos se quedara sin ganas de vivir, en un momento de transformación y de cambio interior que la estaba volviendo loca. Se sentía desintegrada entre ambas realidades. Él se había despedido en uno de esos mundo, y ella moría por eso, era tan frustrante no poderle decir que lo amaba, porque no lo podía tener en ese momento, mientras en el otro mundo se amaban con locura, como nunca habían amado. Cuando él le decía allí "Te amo" ella le respondía con la misma intensidad, no paraban de besarse, de abrazarse, enredados con una pasión y un deseo que los elevaban a lo más bello y sublime. Sin embargo, si se lo decía en la tercera dimensión ella no podía responderle, como él solicitaba, y así ella se iba apagando cada vez más. Él le dijo que no la necesitaba, y ella sabía que era mentira, al igual que ella se engañaba al dejarlo ir, su alma seguía conectada a la de él, por mucho que luchara era inmutable, su mente no mandaba en eso. "No quiero mitades", afirmación de él que ella comprendía, sólo tenía la esperanza que el tiempo pusiera las cosas en su sitio, si estaban predestinados nada ni nadie los podría separar en realidad. No tenía fuerzas en ese momento para tomar una determinación, y el entorno la arrastraba por ahora a una dirección, que por lo pronto seguiría hasta que ella volviera a ser ella, pues no se reconocía y necesitaba que todo se transformara  y fluyera para regresar a sí misma, pues siempre había sabido que todas las respuestas a ese enigma que estaba viviendo con él estaba dentro de su corazón, en su propio ser.  





© LOLA SÁNCHEZ

viernes, 13 de febrero de 2015

Día 13 de Febrero 2015. AMARME.



AMARME

Ella se estaba lastimando así misma, había decidido un camino lleno de espinas, se había enredado en una tormenta que la arrastró a un amor tortuoso, era demasiado doloroso, y ya tenía que parar para escuchar a su corazón, intentar repararlo y seguir adelante. Miraba a todo el mundo menos a ella, el miedo a ser rechazada, señalada y repudiada por los demás la superaban, su fidelidad a sus principios era extrema pero eso también la limitaban a sentir lo que le gritaba su ser cada día, su necesidad de estar con él, de escucharlo cada día, su necesidad que él le dedicara sólo unas letras, ya con eso era dichosa. Se había olvidado que todo empieza primero por uno mismo, se había perdido en el exterior, y su poder lo tenía desperdigado por todos aquellos que amaba, ella a penas podía decidir, por este motivo salió del camino de zarzas, y  comenzó a retirarse las espinas, la sangre brotaba a borbotones y el dolor era insoportable. Ella le había pedido a él que la abrazara y él se negó, nadie lo hizo, así que hizo lo que debería haber hecho hace tiempo abrazarse así misma, y poco a poco esas heridas se fueron sanando, el sol y el entorno era su medicina natural. A los meses siguientes recuperó su estado natural. Ahora podía elegir que camino seguir, sabía que si volvía al sendero que estaba ya marcado volvería a caer en la trampa del dolor. O iniciar un camino nuevo por el medio del bosque, donde nada está trazado y predeterminado. Permaneció quieta para escuchar su corazón y apreciar lo que le decía. Sus pasos se dirigieron de nuevo al camino conocido, se giró y se impulsó para correr libre hacia las profundidades de la vegetación , hacia el enigma de lo desconocido, que pocos se atrevían a indagar y a descubrir.


© LOLA SÁNCHEZ