sábado, 28 de febrero de 2015

Día 25 de Febrero de 2015. CONDENA.



CONDENA

La presión que sentía era cada vez más insoportable, y sólo se consolaba con recordarlo en cada momento, tenía ganas de gritar, de salir corriendo, de perderse donde nada y nadie la encontrara. Era horrible sentir tanta desesperación, tristeza, desolación... No sabía cuanto aguantaría así, no sabía cuanto tardaría en escribirle otra vez, tenía miedo de su rechazo, porque lo comprendía, y porque no quería que se hicieran más daño. Lo amaba de una forma que desconocía, la necesidad de saber de él, de ayudarlo, de apoyarlo, escucharlo, abrazarlo era algo que la desconcertaba, porque se habían destrozado y se suponía que con eso el amor se desvanecería, no, todo lo contrario, lo amaba más todavía. No lo comprendía, por eso sabía que necesitaba tiempo para encontrarse así misma, era la única forma de saber que era lo que quería en su vida. Tenía claro que llegado el momento de ese descubrimiento si sentía lo mismo por él, daría un vuelco a su vida, también sabía que esa decisión conllevaba un gran riesgo, y era que cuando tomara esa decisión él ya no estuviera. Tenía que perdonarse muchas cosas, sobre todo el daño que le hizo sin querer por la presión. Ella vio en ese momento una parte de su alma que él ocultaba, y por eso lo amaba más aún. Estaba condenada a amarlo siempre, por encima de todo, de las circunstancias, de los prejuicios, de la cultura y costumbres sociales. Y a pesar de todo, de la heridas, de los reproches, ella lo amaba más que nunca. Con su último encuentro se había enamorado de él aún más, como no hacerlo, sentirlo de esa forma era completarse   así misma, navegar sobre un mar de dulzura, ternura, compresión, vivir y sentir el amor como nunca, era incontrolable, no era su mente la que la movía, era su corazón que le gritaba, lloraba y la culpaba de no seguirlo. Una condena que la estaba consumiendo poco a poco, una condena en vida, a amarlo sin tenerlo, y por mucho que pasara el tiempo lo seguiría amando. Tenía que centrarse en ella, era lo único que podía hacer, sólo así descubriría la verdad de su ser.




© LOLA SÁNCHEZ

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