domingo, 1 de febrero de 2015

Día 1 de Febrero 2015. UN MENSAJE DEL CIELO.




UN MENSAJE DEL CIELO.




Gemma con los ojos cerrados, pedía a los ángeles justicia, estaba viviendo una situación difícil y muy compleja. Se había enamorado de alguien en otro plano de la existencia, y  que en esta realidad era casi inalcanzable. Su conexión psíquica con él, la asustaba, pues era estar haciendo cualquier tarea cotidiana y notaba su presencia, sus besos, sus caricias, sus abrazos, y hasta podía escuchar perfectamente en su mente sus palabras de amor que ella respondía con los mismos sentimientos. Algo que ni él ni ella podían controlar, pues los hilos del engranaje y la maquinaria  de este mundo, siempre son superiores a la limitada mente humana. A pesar que se habían prometido no escribirse más, ni hablarse, ni llamarse se seguían sintiendo. Y desesperada, por la impotencia de ver que no era justo, ni para ella, ni para él, pidió ayuda. Sentada en posición de meditación, y conectada a los planos superiores se le apareció una hermosa mujer vestida de blanco, con un velo celeste sobre el cabello. Y le comenzó hablar con mucho amor y mucha ternura. Lo primero fue la palabra paciencia, si, para todo la paciencia es la barita mágica en situaciones de crecimiento progresivo, luego le ofreció otra dos palabras, confiar y fluir, sí, como si fuera tan sencillo hacerlo, la mente como siempre dudando. Luego le indicó que ambos estaban destinados, y que había sido un pacto entre almas, y terminó diciéndole que se encontraría de nuevo con él cuando las circunstancias fueran favorables. Lo escribió todo, y como la mente racional es tan cambiante y no acepta la mayoría de las veces las verdades del corazón, al rato de leerlo se desanimó y pensó que todo había sido producto de su imaginación, dudaba de todo y lo peor que de si misma. 
La vida de David no era tampoco fácil, a igual que la de Gemma la presencia de ella lo volvía loco cada noche, en el trabajo, en la siesta, las imágenes de ella desnuda entre sus brazos era lo más hermoso y sublime que jamás pudo sentir, la amaba por encima de la realidad terrenal, tanto que no dejaría de amarla en la vida. Sentía que esa conexión era un don para disfrutar de alguna forma, un amor imposible por ahora en este plano, pero de lo más real y de suma belleza en otros, y no podía dejarla, por mucho que se empeñara, había hecho hasta fuertes promesas para apartarse de ella, y se dio cuenta que su mente no mandaba en la situación sino algo más que se escapaba a la razón y al entendimiento. Él también pidió ayuda, no era justo, amarla de esa forma tan inmensa y no poderla tener, aún recordaba sus últimas palabras " Te amo y te amaré para siempre, te necesito pero no puedo ni decírtelo porque no puedo tenerte a mi lado..." y eso lo destrozó por dentro, porque sabía que ella llevaba razón, la división entre ambos era como un inmenso abismo insalvable. Al pedir ayuda, aquella noche, David vislumbró la imagen de una mujer vestida de blanco, y le dio un mensaje muy concreto y preciso, que él apuntó en su libreta. 
Y las agujas del reloj, hicieron su trabajo, y las estaciones se sucedieron y las circunstancias cambiaron en la vida de Gemma, tanto,  que jamás se imaginó verse al borde del precipicio. Pues hacía meses que una depresión brutal la acechaba, depresión por las diversas cargas familiares que tuvo que enfrentar y por situaciones de salud complicadas que la sumergieron en ese estado. Necesitaba respirar aire fresco, aire del mar, y se dio una escapada para permitirse esa calma que hacía años que no lograba.  Sentada en la orilla del mar, se había llevado varias cosas, entre ellas había encontrado su viejo diario de meditación, lo abrió, y todo regresó a su memoria, todo como agua fresca, aún soñaba con él, aún se presentaba en sus sueños y él la amaba como si fuera el primer día. Ese era su único consuelo en esos momentos de su vida, lo único que la mantenía a flote para continuar respirando. "Creo que llego a tiempo", dijo una voz tras ella en ese momento, se giró para ver el extraño y casi se desmaya de la impresión, era él. Sólo se vieron una vez en esta realidad, un encuentro agridulce que a ambos los marcó de por vida, sobre todo a ella, que no le pudo entregar lo que llevaba en su corazón y sólo lo pudo hacer en otros planos. Él la ayudó a incorporarse y mirarlo otra vez a los ojos fue como mirar todas las estrellas del universo a la vez, casi se cae encima de él y éste aprovechó para atraerla y abrazarla sobre su pecho. 
" Jamás me imaginé en la vida que te amara, que te ame como se ama en las novelas de ficción y en los amores del cine, jamás pensé que un amor pudiera durar tanto tiempo, una vida, y ahora que te tengo entre mis brazos sé que será para siempre, en cada vida que te encuentre Gemma, lo sé" y ella sin podérselo creer "¡Dime que es verdad!, que estás aquí, y que no te irás nunca más". Y él, con delicadeza y ternura la tomó de su mejilla para que lo mirara " Siénteme, Gemma, siente mis labios" y la besó como nunca antes la habían besado y ella lo besó de la misma forma a él. Esos besos eran grabados únicos y preciosos, tallas de amor que sólo los que son espíritus afines pueden ofrecer. "Mira" y mostró un pequeño cuaderno de notas. Y allí venía las mismas palabras que ella había anotado en el suyo, la única diferencia era una anotación que ella no tenía. "¡Ella también se te presentó!" y el sonrió " Lo sé, me lo dijo, y me indicó que yo necesitaba un dato más, la fecha de nuestro encuentro de hoy".






© LOLA SÁNCHEZ


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