lunes, 5 de noviembre de 2018

TU RECUERDO EN NOVIEMBRE


Y mientras escucho
la guitarra de Vicente, 
recorro los pasos 
de aquellos que se fueron, 
como el agua que cae
en cascada en el mar.
Tus ojos verdes en mi entrecejo,
mi pequeña manita en tu inmenso pecho. 
Paseos largos por los coloridos campos. 
Naturaleza latente mostrada por tu paciencia infinita. 
La materia se marchita, 
como rosas bajo un abrasador sol. 
Los tesoros más hermosos se guardan en el corazón. 
Allí vive tu sonrisa 
y los cuadrados de tu vieja camisa. 
La palabra inventada “garrifufa”,
el canto de tus alondras y perdices. 
Tardes donde el frescor de poniente
se detenían 
en tu retina para siempre.
Noviembre de castañas del recuerdo, 
carbón y cisco en el brasero. 
Bailando contigo entre juegos. 
Maravilla de la vida efímera y eterna. 
Todo queda grabado en las altas esferas. 
Y aunque invisible ahora, 
jamás he dejado de sentir tu presencia. 
Y en las noches 
de doradas estrellas
apareces en mis sueños
para seguir viéndonos,
y así voy rellenando
cada hueco 
de tu ausencia, 
con nuevas vivencias
en las realidades
de otras frecuencias.


© LOLA SÁNCHEZ

miércoles, 8 de agosto de 2018

LA ALARMA


La alarma siempre suena,
y en las pasadas noches
su sonido me llevó
de nuevo a ti.
Entre la dormivela,
más allá de los minutos 
y segundos del reloj.
Viajando sin cesar por el mundo astral,
sentí tus lágrimas caer, 
escuché tu tristeza florecer 
bajo tus pies.
Rosas negras y rojas 
para un duelo en silencio.
Y te susurré al oído...
No hay adioses,
solo hasta pronto,
un hasta luego para unirnos
en el divino fuego.
Nuestro hogar está tan cerca...
Y lo percibimos muy lejos, 
como luces distantes 
en una mortecina noche.
Ignoramos la magnitud
de los multiversos y su 
vínculo con nuestra consciencia.
En apariencias somos únicos
e individuales,
en esencia somos la misma energía.
Creemos que lo que ocurre
en el otro lado del mundo no
nos afecta,
que el dolor ajeno no es nuestro,
que la sonrisa de los niños
no nos libera,
y en realidad estamos conectados
por lazos de amor eterno.
Cuanto más rechazamos
lo que odiamos
mas poder le damos,
y sin darnos cuenta,
creamos una perpetua
resistencia.
Te vislumbré abrazado a ella,
y me alegré
de que por fin comprendieras.
Mis pasos nocturnos siguen
visitando el templo,
y es allí, 
entre la llama violeta,
siempre te encuentro.
Aunque tu limitada mente 
no lo crea,
en tus peores momentos
siempre tendrás mi presencia 
y mi aliento.
Toda separación es un pestañeo,
una brizna de la verde pradera
alzada por el juguetón viento.
Y todo lo que alguna vez amamos
regresa a su debido momento.
Las manos de tu madre,
la caricia de mi padre,
de la familia que elegimos
para vivir esta experiencia,
ellos siempre nos seguirán 
sosteniendo.
Siguen a nuestro lado
como ángeles guardianes,
silenciosos y atentos,
de cada estado
de nuestra existencia,
de cada paso y movimiento.
Creemos navegar solos
en el abismo de cronos,
pero siempre estamos acompañados
por aquellos que vibraron
con nosotros 
en el mismo instrumento.
Somos notas de música
ancestral en este 
magistral concierto.

© LOLA SÁNCHEZ





lunes, 23 de abril de 2018

IMPRONTAS QUE GERMINAN


Cuando la tristeza hacía presencia en las largas noches, recibía nuevas imágenes que atenuaban su malestar. Era como asomarse al interior del corazón ajeno y ver que aquellas improntas fotográficas estaban vivas en cada latido de su corazón.

A veces aquellos paisajes se combinaban con música celestial, que te drenaba todo lo negativo y sin darse uno cuenta hacía que tus maltrechas alas, se renovaran una vez más para danzar sobre nubes y estrellas, mostrando al niño que éramos, y que emerge para que el adulto camine con conciencia plena y no ande como muertos errantes.

Quiso hacer desaparecer aquellos regalos que un día recibió cuando más lo necesitaba. Sin embargo, no era consciente que todo lo que te hace sentir, que estamos aquí por un motivo, que nada es por casualidad. Aquellas cosas que le hicieron mejorar, la música y la fotografía sembraron semillas en la tierra de su alma.

Sin darse cuenta estaban germinando, porque cuando algo llega a tu vida de la mano del amor desinteresado, no se puede borrar, ni destruir. Permanece en un principio en la superficie de tu mente, que como una cebolla tiene capas y capas de ego. 

Esa impronta va calando en cada estrato como si de agua en una tierra permeable la fuese absorbiendo. Con lentitud y gracias al paso cíclico de las estaciones, toda tu mente se ha quedado empapada, llegando al núcleo primigenio, desde allí va bajando por la vía principal que nos lleva a nuestro corazón, umbral de nuestra propia esencia.

La persona que apareció en el momento adecuado, depositó entre las grietas de sus diástoles  y sístoles semillas de amor, señales que le llevaran a conectar con su yo supremo.
Por ese motivo nada se pierde, el explorador logra encontrar un verdadero tesoro al ser consciente que todo está conectado por una enorme red infinita.

© LOLA SÁNCHEZ






jueves, 22 de febrero de 2018

MI YO SUPERIOR



Logré saltar sin miedo,
dejé atrás tus pasos
y como el cóndor majestuoso
en su vuelo,
te observé desde lo alto,
con alas de ángel
me adentré en el espacio.
Y nuestra tristeza se diluyó en
los mares del tiempo.
Nuestras lágrimas alimentaron
nuevos rosales en el jardín eterno.
Camuflado,
entre las arenas del desierto
siempre,
te observo.
Descubrí tu belleza
con hermosas sonrisas.
Era todo o nada.
Tomamos el segundo camino.
Y de esa nada que me dejaste
me encontré con mi reflejo.
La calma y la paz
inundaron nuestras vidas.
La palabra sin hechos,
ni actos,
es sólo quimera encendida,
que se apaga
con el sonido del viento,
y va desapareciendo
sin huella ni lamento.
Mi palabra cumplí
con sublimes aciertos.
Desde el cielo,
entre dimensiones,
te velaré.
Y libre como mariposas,
te cuidaré.
Da igual que no me recuerdes,
que no sepas nada de mí.
Lo invisible es lo verdadero,
en lo intangible
siempre nos vemos.


© LOLA SÁNCHEZ