viernes, 23 de enero de 2015

Día 22 de Enero 2015. Y MIRÓ DENTRO.



Y MIRÓ DENTRO

Adela no se podía creer que él la hubiera dejado, y de la forma que lo hizo, sin previo aviso, sin ni siquiera imaginarse que ayer mismo la besaba y ahora la despreciaba. No le cogía el teléfono, no quería saber nada de ella. Su corazón se había roto en mil pedazos, ¿tan mal lo había hecho?, ¿En qué se había equivocado?, su mundo se vino abajo. Y los pájaros de la tristeza comenzaron anidar en ella. Y comenzó a escribir, a sacar a fuera todo ese dolor, rabia, frustración de su interior. Y en ese proceso de sacar afuera, se comenzó a observar, y lo que vio no le gustó nada, vio su propia inseguridad, su propio desprecio así misma, y él sólo le había mostrado como se trataba así misma. Él que la había abandonado era su reflejo, su maestro, un maestro para mirar dentro, y ver lo que no quería ver, ver que ella misma era su peor enemiga. Lloró, gritó, escribió, y sacó toda la basura afuera. Se quedó totalmente vacía. Y cuando limpió su corazón penetró y conectó con su propia alma y de la nada salió el todo, del abismo vacuo la plenitud y la luz divina. Y si antes no se podía ni mirar al espejo, porque se despreciaba, ahora se sonreía y se sentía merecedora de lo mejor en la vida. Había conectado con ese amor que todo ser humano guarda para si, en lo más profundo de su interior. La chispa universal de puro amor. Y se dio cuenta que el amor de verdad nace primero en uno mismo. Y aquel que la dejó se convirtió en alguien que le agradeció todo el crecimiento que había tenido, por eso jamás lo olvidaría y por eso le deseo lo mejor en la vida. Así ella abrió las puertas a una nueva vida, donde cada cosa que la rodeaba compartía ese mismo amor que ella llevaba dentro. 



© LOLA SÁNCHEZ


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