lunes, 26 de enero de 2015

Día 26 de Enero 2015. EL REENCUENTRO.



EL REENCUENTRO


Esther había iniciado una nueva vida. Había dejado su pasado atrás, se había retirado a otra ciudad, para empezar de nuevo. En su corazón había muchas heridas, que fue sanando poco a poco, pero había cosas que no sanarían nunca, aquellas que no florecieron en su tiempo, aunque su semilla seguía ahí, intacta porque lo que se siembra a veces tarda un tiempo en germinar, será por tiempo, toda la eternidad para que ocurra el milagro. Había abierto un pequeño Herbolario, ya que su pasión siempre había sido los remedios caseros y naturales. Jamás dejó de hacer lo que le gustaba, eso la salvó de caer en una fuerte depresión, y el dedicarse a los demás en su consulta de terapias energéticas, la llenaban de plenitud y de felicidad, pues ella sabía que la felicidad no dependía de lo que tuvieras a nivel material, ni dependía de nadie externo a ti, era más bien un estado de conciencia, siempre que encontraras esa paz y ese equilibrio interior, podía ser feliz con muy poco. Quería retomar sus cursos de formación, sobre todo el yoga, así que no dudó en apuntarse al centro más cercano. A las pocas semanas se integró a la perfección, y en sus clases entabló nuevas amistades. Todo fluía como el agua, hasta que lo vio, junto al profesor de Yoga, él, ahora también era profesor de yoga. Al verlo, su corazón se paró, fue como revivir otra vez aquel encuentro secreto, ese que congeló su vida durante mucho tiempo, ese encuentro que jamás pudo borrar. Y ella supo que la reconoció nada más mirarse, él no podía retirar sus ojos de ella. Al terminar las clases que él mismo dio aquella tarde, Esther quiso huir y salió disparada del local. Cruzando el parque a toda velocidad se relajó a mitad del camino, y apoyado sobre el tronco de un árbol él la esperaba. Ella no se percató de su presencia, "¿Aún huyes de mi, Esther?" Ella temblaba, por dios, y mira que lo había enterrado en lo más profundo de su corazón, ahora de nuevo todo salía como si los años no hubieran pasado, ni por él, ni por ella. "No, ya no tengo de que huir", y lo miró a los ojos, madre mía, sus ojos era volver a penetrar en su alma, y él se acercó ,"Entonces ¿por qué corres?, ¿por qué huyes?, como siempre ¿verdad?" " Sigues pensando mucho y sintiendo poco ¿no es así?, ¿ha cambiado algo? y no pudo evitar acariciarla, y ella respondió tomándolo de las manos, en ellas estaban su fuerza y su vitalidad, y al juntar palma con palma volvió a unirse con la totalidad. "Te dije que no te olvidaría jamás Esther, ¿Acaso tu lo has conseguido?, ¿Has olvidado aquellos besos que nos dimos? Esos besos que se han quedado para siempre sembrados en mi alma. Y ella ante esas palabras lo abrazó, con ese gesto le respondió. Ese abrazo hizo explotar esas semillas que estaban en sus corazones, dormidas, durante años. Y ella entre sus brazos lo miró, " Bésame, Samuel, bésame como lo hiciste en aquel encuentro" y la besó, se besaron, y fue como si esos años no hubieran pasado, como si sólo hubiera pasado un día desde que se vieron por última vez. " Te dije que te amaría para siempre, eternamente, y así te he amado, así te amo" " Y yo a ti Samuel, siempre". Y las raíces de un nuevo árbol creció y germinó en sus almas, en la misma alma.




© LOLA SÁNCHEZ


No hay comentarios:

Publicar un comentario